Fue un fraile mercedario y maestro de capilla del convento Mercedario de Madrid desde al menos 1675 hasta 1679.

El Ayuntamiento de Madrid le encargó suministrar música para los autos sacramentales de Calderón dados en Corpus Christi en 1676, 1677, 1679 y posiblemente 1680.

Dos villancicos suyos sobreviven: "Agan plaza a las luces", para nueve voces, modula con frecuencia y explota el contraste entre un bajo solista y un coro doble, que a menudo canta antifonalmente.

El villancico "Suene El Clarín", de seis partes (1678) incluye trozos para trompetas y está lleno de efectos sorprendentes, como pasajes de eco y cambios bruscos de ritmo.